HISTORIA DE SHANGO
Una vez
Shangó adivinaba en público, un cojo leproso que oía su palabra le preguntó: ¿Por
qué no me dices algo, no quieres adivinarme?. Te diré, le contestó Shangó, yo tengo
un hermano y un medio hermano Mayores que yo, este medio hermano eres tú, escucha
ahora. Donde nací no pude vivir.
Hoy me llamó
ONI SHANGO, pero vivo en tierra ajena. Tu porvenir y tu suerte están lejos de
aquí, vuelve las espaldas y vete, atraviesa el monte y encontraras donde
reinar.
Como voy a
andar por el mundo en el estado en que me encuentro (aquel hombre era Babalú-
Ayé).
Entonces
Shangó se dirigió a otro hombre que se hallaba también presente (era Oggun), su
otro hermano, acompañado de dos perros, le quitó los perros y se los dio a Babalú
Ayé. Oggun se los reclamó después a Shangó. Oggun tiene muchos perros, y Shangó
muchos caballos. Por está acción estos dos guerreros se mantuvieron en discordias.
OTRA HISTORIA
DE SHANGO
Una de las
veces que tuvo que esconderse de sus contrarios porque querían cortarle la cabeza,
Shangó se introdujo en casa de Oyá, su concubina oficial.
Sitiaron la
casa y no había manera de escapar. Shangó vaciló aquel día y entonces Oyá se
cortó sus trenzas y se las puso, lo vistió con sus ropas, lo adornó con sus
prendas e hizo correr la noticia de que ella iba a dar un paseo (Shangó y Oyá
tenían el mismo cuerpo). Él salió vestido de mujer, altanera , saludando
muy ceremoniosamente y sin hablar a nadie (Oyá es muy seria). Los
enemigos de. Shangó muy respetuosos creyeron que era la Santa, le abrieron paso
a Shangó y pudo escapar. Cuando ya no tenía peligro, salió Oyá de verdad y
ellos se decían: (pero qué es esto. Qué Shangó se nos fue de dentro de nuestras
manos, con la trenza y el traje de Oyá. Con esta vestimenta es como se adora
a la Santa Bárbara en las iglesias católicas.
OTRA HISTORIA DE SHANGO
Se dice que
ALAFIA llegó a la Tierra de Yemayá y sin saber que era su madre la enamoró en
una fiesta. Yemayá le dijo, que ella también lo quería y que fuera a verlo a su
azul grande: aquel que ves allí lejos, esa es mi casa, y le señaló el mar. ¿Hay
que ir allá?, Le dijo Alafi: Yo no sé nadar pero si me lleva, voy y caminaron
hasta la orilla.
Tenemos que
ir más lejos, le dijo Yemayá. Yo no sé nadar, volvió a decir Shangó.
Yemayá salió
en su bote, hizo entrar a Shangó. Yemaya se tira y baja hasta el fondo, levanta
al hundirse una ola grande, vira el bote y Shangó cae al agua, agarra al bote y
lucha por no ahogarse. Yemaya vuelve a la superficie y ve la desesperación de
Shangó que grita y pide auxilio, pero ella quieta riéndose de él no lo socorre.
En eso llega Obatalá (con los pies apoyados en el mar) y dice: Yemaya no
permitas que tu hijo se muera: Advacu Oluodukué Oni Shangó. Contesta Yemaya,
Alekatta Oni Faba Orisha Niwa.
Cuando Shangó
no podía más Yemaya lo sostuvo en el agua. Te voy a salvar pero en lo adelante
confía en tu lye (confiando Oyá mí), dijo Shangó, Significa yo no sabía que
eras mi madre. Yemaya enderezó el bote y lo ayudó a entrar. Entonces ante los
dos Santos reunidos les pregunto. Cual de los dos me trajo al mundo: Obatalá
(dijo Yemaya) yo te cuidé, pero ella te parió. Shangó y Yemaya se abrazaron en
el mar y cuando hay BATA y bajan estos dos Oshas, Shangó (que dice después de
Olofin Dios), en el mundo no hay Santo más grande que él (layé layé mi Shango).
Se achica ante sus Madres, las respeta a las dos y las dos lo amansan cuando se
arrebata.
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