CEREMONIA DEL ITUTO A LOS PRACTICANTES DE OSHA - IFA
Ceremonia Mortuoria de los Santeros y Babalawos
A continuación expongo datos biográficos del sacerdote u Oriate Yrmino Valdés Garrís. Nacido en
Cuba, en la década de los años 40,el destino o los Orishas, según el punto
de vista de cada cual, lo llevan a vivir parte de su niñez y juventud,
primero a Tampa, Florida, y después en California, donde termina sus estudios
de Escuela Superior. En 1962 se traslada a San Juan, Puerto Rico, y en 1967 se
inicia en la religión. Pasa diez años de intensa práctica y estudio, y ya le
vemos convertido en Oriate hacia 1977, pero ese mismo año decide ampliar sus
conocimientos científicos e ingresa a la Universidad de Puerto Rico. Si
examinamos su curriculum vitae, encontramos que durante la década del
80 se le verá cubriendo un inmenso periplo mundial, cual misionero de esta
fe vieja y al mismo tiempo nueva. En 1980 dicta conferencias sobre esta
religión en el Museo de Historia Natural de Nueva York y un seminario
de santería en la Universidad Central de Caracas. En el 81 hace estudios
de campo de la religión Yoruba en Brasil y al año siguiente viaja a
Trinidad Tobago con el mismo fin. En 1983 viaja a Nigeria para beber
de las fuentes originales de esta religión. En el 86 funda y preside
el Centro de Estudios y Cultos Religiosos yoruba en San Juan, y produce y anima
un programa sobre las mismas materias, que se transmite por la emisora Radio
Luz. En 1987 ofrece una serie de conferencias sobre la religión yoruba en el
Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, y en el Museo de
Arte e Historia en San Juan. Ese año vuelve a Nigeria en un amplio recorrido
por varias ciudades del país, viaje que repite al año siguiente. Así mismo
ofrece un seminario en San Francisco, California. En 1988 participa como
conferencista y miembro del Comité Asesor sobre religión afrocubana en el
primer simposio Afro América y su Cultura Religiosa, celebrado en la
Universidad de Puerto Rico. Ese mismo año participa en el Cuarto Congreso
Nacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios Afroasiáticos,
celebrado en Guadalajara, México. También es nombrado Asesor en Asuntos
Religiosos de Ascendencia Africana del African Diaspora Research Project,
de la Universidad de Michigan. Más adelante vuelve a ofrecer una conferencia en
el Western Addition Culture Center de San Francisco, California. El 89 es
otro año activísimo para el profesor Valdés; imparte un Seminario
sobre África y su Herencia Religiosa en el Caribe, en la Universidad
Veracruzana; uno de la Religión yoruba en Nigeria y el Caribe, en el Museo
de la ciudad de Veracruz, y otro en el Centro de Asia y África del Colegio de
México. Combinando siempre el enseñar con el aprender, regresa nuevamente a Nigeria,
donde dicta una conferencia en el Centro de Estudios África de la
Universidad de Oba Femi Owolowo de Ife. Y tal parece que la década del 90
mantendrá el mismo ritmo para el profesor Valdés. En 1990
fue conferencista invitado al Congreso Ay Bobo sobre Cultos del Caribe celebrado
en la Universidad de Austria, Viena. Vuelve a participar como conferencista del
Segundo Simposio de Afro América y su Cultura Religiosa en la Universidad
de Puerto Rico y dicta, conjuntamente con la conocida antropóloga, Dra. Luz M.
Martínez Montiel, el curso postgraduado en Historia y Geografía del Caribe,
organizado por la Universidad Católica de Santo Domingo, República
Dominicana. Se fusionan, pues, en el profesor Valdés el sacerdote oficiante de su
religión, con el investigador y conferencista, no tan sólo en sus
prácticas afrocubanas, sino de otros cultos y aportaciones culturales
transportados de África. Los conocimientos y experiencias del Oriate se
reflejan en el tratamiento minucioso, específico y gráfico de las ceremonias
litúrgicas a la muerte de un iniciado a la religión yoruba. Esperamos que ésta
sea la primera de una serie de monografías en las que el profesor Valdés
vaya tratando estos temas tan necesitados de exposición, tanto para los
creyentes de esta fe, que encontrarán en los mismos una base fundamental
de usos y ceremonias, como para los estudiosos de distintas disciplinas estrechamente
relacionadas con la entronización de las culturas africanas en América.
INGREDIENTES NECESARIOS PARA HACER UN ITUTO.
Una jícara o igüera grande.
Nueve hojas de álamo que se cogen del
suelo, al pie del árbol, y que estén con la nervadura hacia arriba.
Pescado ahumado, jutía ahumada y maíz tostado
2 pedazos de jabón prieto (jabón de tierra) y 2
de jabón blanco (jabón coco).
Pintura blanca, roja, azul y amarilla.
1 yarda de tela blanca, negra y roja.
Carbón vegetal, ceniza y cascarilla.
1 pollo negro de una libra de peso.
Quimbombó seco (Hibisaus Esculentus).
Maribó seco (hojas desnervadas de los retoños de la
palma real).
Estropajo de soga.
3 platos blancos.
Aberikunlo (espanta muerto en Cuba) (hierba cangá
en Puerto Rico)
PARA HACER EL ITUTO
Se acomodan todos los Santos en el piso y se
acuesta a Osun), colocándose todas las bolsas de los caracoles encima de
las soperas y se ponen los Santos en orden, empezando con Eleggua
hasta elÁngel de la Guarda del difunto, En una esquina del
cuarto, donde se va a hacer el Ituto, se pone un vaso de agua, una vela y un
bakuko (palo del muerto). Forma en que se disponen los atributos en sus
respectivos recipientes para celebrar la ceremonia de Ituto. Nótese que Osun se
encuentra en posición horizontal, significando la muerte del sacerdote. Seguidamente
se procede a preguntarles a los Santos si se van o se quedan,
haciéndose esto con el caracol de cada deidad, empezando por Eleggua,
hasta llegar al Ángel de la Guarda de la persona.
Al caracol no hay que darle coco, pues no se
le dio en el lavatorio cuando nació y por consiguiente no hay que
dárselo en la muerte.
Se coge el caracol en la mano izquierda y se
levanta para moyubar (2) primero a los muertos y después a los vivos,
incluyendo a los iworos presentes. Luego de moyubar, se tira el caracol al piso
sin estera y el Oriate (4debe estar sentado en banquito pequeño. Los Santos se
quedan sólo con dos letras o signos adivinatorios, que son Oshe y Obara, y las
demás letras se van con el santero muerto. Si el Santo se queda con la
letra Oshe, se queda con un familiar o familiares de sangre del
difunto, y si se queda con Obara, se queda con la familia de Santo de éste.
Los guerreros, si son de Ifá, se preguntan con el
caracol si se van o se quedan, y si se van, hay que entregárselos al padrino
para que él sea quien los rompa.
Oriate consultando el oráculo del caracol para
conocer la voluntad de cada Orishas del difunto, aquedarse o despedirse.
Los Santos que se van se ponen a un lado y los que
se quedan a otro. Los caracoles de los que se van se colocan en sus bolsitas y
se les entregarán a algún familiar del difunto para que se los ponga al cadáver
en el lado izquierdo del pecho, que es el lado del corazón. Las
piedras de los Santos que se van, se sacan de las soperas y se ponen en el
piso. El que está haciendo el Ituto le da un golpe con el martillo
a cada piedra con el correspondiente rezo, Baga, Baga Eni Omo Bale. Estas
piedras de los Santos que se van se echan en una ataúd o recipiente cualquiera
que después se llevará al río.
Las soperas se rompen con el mismo martillo y los pedazos rotos se echan en otra ataúd o recipiente para ser llevados al monte después determinado el Ituto. Las soperas se rompen con el mismo rezo que las piedras. Si no se ha preparado con anterioridad, después de romper las soperas de los Santos que se van, se procede a preparar la jícara. Primeramente, se coloca el paño negro en el piso y sobre éste se pone el rojo y luego el blanco.
Sobre los paños se acomoda la jícara y frente
a ésta, tres platos blancos; en uno se ponen los pedazos de Maribó,
en el otro el quimbombó seco y en el tercero los hilos de estropajo
de soga.
Dentro de la jícara se echan las nueve hojas de álamo, maíz tostado, pedazos de pescado ahumado y de jutía, un trozo de jabón blanco y otro de jabón negro, las pinturas de cuatro colores (blanco, rojo, azul y amarillo), el carbón y la ceniza, el pelo trenzado obtenido durante la ceremonia de iniciación, el peine utilizado en el mismo ceremonial, que es preciso romper, y el Ashe. La navaja y la tijera no se echan ni se rompen pues representan a Ogun como iku y éste no se puede destruir. Cada uno de los presentes se parará frente a los platos y, cogiendo primero un pedazo de hilo de estropajo, se lo presenta en la frente y luego la nuca, donde se rompe y se echa en la jícara. Después se procede a hacer lo mismo con el Maribó y el quimbombó.
Las piedras sagradas de los Orishas y los
recipientes rotos que las contenían, que serán depositados en sendos cubos
para ser llevadas, respectivamente, al río y al monte.
Sobre los paños de distintos colores, se coloca la jícara; los tres platos conteniendo quimbombó seco, Maribó e hilachas de estropajo de soga. El atado consiste en la jícara con los ingredientes mencionados; a su laso el vaso con agua, la vela encendida y el Bakuko utilizado para el Oro de Egun.
Al terminar esa parte, los presentes rompen sobre la jícara los collares del difunto, enganchando el dedo como cuando se Ponen, y con el dedo meñique, tirando de ellos, hasta que se rompan. Hecho esto, se procede a hacer el paraldo.
El Oriate coje el pollo, y de acuerdo con los
años de iniciado, (de mayor a menor), comenzando por él mismo, limpia a
cada uno de los presentes, haciendo el rezo correspondiente. El pollo se mata
dándole contra el piso; se le echa cascarilla, se espera a que muera
y se coloca en la jícara.
Después de hacer esto, se atan los paños que están colocados debajo de la jícara, punta con punta, hasta que ésta quede cubierta con los tres paños. Esta jícara envuelta en paños se pone al lado del vaso de agua y la vela antes mencionada.
Después, el Oriate toma el palo en la mano, da golpes en el piso y comienza a hacer el oro (rezo) a las deidades, desde Eleggua hasta el Ángel de la Guarda del difunto y luego los siguiente rezos a Egun, repetidos tres veces. SOLISTA:
AUMBA AWA
ORI
AUMBA AWA OIRI
AWA OSUN, AWA OMA
LERI OMA LEYAO
("NOMBRE DE SANTO " DEL DIFUNTO)
ARAORUN KAWE
CORO:
ARAONU KAWE
AUMBA AWA ORI
AUMBA AWA ORI
AWA OSUN, AWA OMA
LERI OMA
LEYAO
(NOMBRE DE LA PERSONA MUERTA EN LA VIDA SOCIAL)
KAWE
* * *
OMO ALAWO OYARE FIEDENU
AKOFAO, AKOFAO
OMO ALAWO IKU FIEDENU AKOFAO
AKOFAO
* * *
OKOKAN LA MI WAYE
OKOKAN LAMI ORUN (BIS)
OMOLOCHA OMOLORISHA
OKOKAN LA MI WAYE
* * *
TELE MOBA TELE
TELE MOBA TELE
WAYE KE WAYE KE
ODOSO UMBO ALAKE
UMBO WAYE KE BI OWA YEYE
* * *
SOLISTA:
E IKI AMBELAO LA OCHA AMBELA O
SHOMBOLO
AMBELAO SHOMBOLO
AMBELAO
* * *
DEDE LA EWE DEDE LA EWEO
IKU OROMAKE ODIDEO
* * *
OSU KUERE, KUERE MI IYA
OSU KUERE, KUERE MI ÍYA
TEMINA UNLO IYA
OSU KUERE, KUERE MI IYA
ABURE UNLO IYA
* * *
IROLO IKULA IROLO IKULA
IKU CHONCHO A LA GAYADONA
IROLO IKULA
* * *
SHON, SHON, SHON KO OMO
LA MEFA MI SHOM BOMI
SHON, SHON, SHON KO OMO
LA MEFA MI SHON BOMI.
Luego de estos cantos, si el Oriate sabe otros, los canta hasta que él quiera, si no, se le va a continuar el rezo al cadáver al lado de la ataúd, se cierra en este momento con el AUMBA AWA ORI. Si se le piensa cantar al lado de la ataúd, NO SE PUEDE CERRAR EL ORO HASTA QUE NO SE VAYA ASACAR EL FERETRO DE LA CASA O DE LA FUNERARIA.
Terminado el ituto, al salir del cuarto, todos los presentes se lavarán la cara y la nuca con Omiero (de Aberikunlo, el cual debe haberse preparado antes del comienzo de la ceremonia. La jícara envuelta en los paños, el vaso de agua, la tinaja utilizada por el difunto para traer agua del río durante la iniciación, y la vela, se colocarán debajo del ataúd donde se encuentra el cadáver (en la cabecera).
Si el ituto es de un Babalawo, se sacrificará una paloma blanca al colocar todo lo antes mencionado en su debida posición, con sus respectivos rezos. Debajo del ataúd se disponen la tinaja, el atado con la jícara, el vaso con agua y la vela encendida.
Antes de sacar el cadáver de la casa o la funeraria, hay que mandar a una persona hasta el lugar donde se vaya a enterrar al difunto, con la jícara envuelta en los paños de diferentes colores, que se colocó debajo de la ataúd, para que esta persona la ponga en la sepultura o en el panteón donde se vaya a enterrar al babalosha o iyalosha (santero o santera).
Lo debe poner en la parte correspondiente a
donde estará ubicada la cabeza del difunto cuando la ataúd baje a la
sepultura. Al momento de sacar el ataúd de la casa o de la funeraria, la Yubona
coge la tinaja con agua y sale detrás del cadáver, y en la puerta, ya en la
acera, la deja caer para que se rompa.
En este instante el o la Yubona puede
ser poseído por su deidad tutelar que se manifiesta de forma
luctuosa. En tales casos la deidad se despide dando golpes sobre el ataúd.
La Yubona sostiene la tinaja con el agua del río, disponiéndose a romperla al
salir el féretro de la funeraria o la casa.
El canto paro sacar el cadáver es: SHON, SHON, SHON, KO OMO LA MEFA MI SHON BOMI Cuando la Yubona va a romper la tinaja, el Oriate canta el siguiente rezo: BAGA, BAGA ENI OMOBALE
CEREMONIA DE LOS NUEVE DIAS
Al noveno día del entierro, los familiares y
ahijados del difunto sacerdote o sacerdotisa acudirán a una misa en
la iglesia católica en memoria de éste. Posteriormente irán a
casa del difunto, donde se ofrecerá un desayuno y se pondrá en
ofrenda al difunto por primera vez algo de cada alimento que consuman
los asistentes.
Al terminar, se le hará la primera consulta al difunto a través del oráculo del coco, para saber si está satisfecho con todo lo que se ha hecho hasta ese momento.
En esta consulta al difunto, si el que está
ejerciendo la función oracular considera que es necesario hacer algún rezo
cantado en el lenguaje yoruba, se procederá al mismo.
En caso de que esta ceremonia se esté haciendo para un ahijado difunto, con ella concluye el período de luto de los mayores hacia los menores.
Si el caso fuese que el difunto haya sido un mayor, y los ahijados sean los que ofrecen esta ceremonia, aquí no termina el período de luto, el cual es de tres meses, cuando se hace un homenaje que tributan los menores al mayor.
HONRAS DE EGUN
Al ver las palabras Honras de Egun, muchos de
los que no estén familiarizados con este ritual, se preguntarán: ¿Qué cosa
exactamente son las Honras de Egun?
El significado en español de la palabra honra es rendir honor, homenaje o tributo. Entonces, cuando se le hacen honras a un difunto, lo que se hace es rendirle honor, homenaje o tributo al espíritu de ese sacerdote o sacerdotisa, que se ha marchado hacia Araorun (el más allá)
Hoy día, en particular fuera de Cuba, esta práctica religiosa se está perdiendo, por no conocer la importancia que tiene este ritual, no sólo para el espíritu del difunto, sino también para sus seres queridos que quedan.
Al llegar a Cuba los yoruba, el culto a Egun Gun (los antepasados), que son de suma importancia en África, fue perdiendo terreno en la nueva atmósfera caribeña. Hoy día, dentro de la Santería, lo que queda es una reminiscencia de lo que antes era un culto muy complicado y respetado.
Para comprender enteramente cómo funciona el culto a Egun en Nigeria, tenemos que profundizar mucho en África para luego buscar sus raíces en este nuevo ambiente, que no es el tema de para comprender el comportamiento de esta persona durante su vida en la tierra, pues los familiares practicaban una serie de rituales y ceremonias para rendirle honor al espíritu de este difunto.
Estos rituales eran muy parecidos a aquéllos llevados a por los antiguos egipcios, que procedían a embalsamar el cuerpo, lo envolvían en lino y lo sepultaban junto a sus posesiones terrestres. Si éste era un personaje importante, sus esclavos, y a veces hasta sus esposas, eran sacrificados y sepultados con él.
La creencia subyacente consiste en que de este modo el espíritu no regresa al mundo a reclamar lo suyo, y permanece tranquilo en el inframundo, sin molestar a sus sobrevivientes. La creencia yoruba no está basada en los mismos principios que la egipcia, pero el ritual es muy parecido.
Al morir algún familiar, se preparaba el
Omiero, con el cual lavaban el cuerpo del difunto y lo vestían después con
sus mejores ropas para recibir a los visitantes que venían a ofrecer
sus condolencias. Eran tiempos de dolor, pero de gran festejo, ya que se
creía que éste iba hacia un mundo mejor. Antes de enterrar
al difunto, acomodaban todas sus pertenencias. Si era guerrero cazador, le
echaban sus armas.
Si era herrero, sus herramientas, y así sucesivamente. A la tumba también se le echaba comida para que éste tuviera suficiente alimento para emprender el largo camino que tomaría llegar al otro mundo. Hecho esto, procedían a sacrificarle un animal de cuatro patas, usualmente carnero si era hombre y carnera si era mujer, llevando a cabo un gran y costoso ritual.
El cadáver era enterrado siempre de pie porque se creía que en esta posición se facilitaría el camino hacia el Araorun, donde se reuniría con sus demás familiares y amistades que le hubiera precedido. Aparentemente, al llegar a Cuba los yoruba tenían este ritual en mente, pero al serles impuesta la religión católica, tuvieron que adaptarse a las reformas que les fueran impuestas en sus hábitos y costumbres.
Ya no se podía hacer el sacrificio en la tumba porque sus creencias y prácticas ancestrales eran perseguidas por las autoridades, la Iglesia y las instituciones de la sociedad colonial. Tenían que enterrar, entonces, a los difuntos siguiendo las costumbres católicas impuestas.
Transcurrido el tiempo, cuando se crearon condiciones para ello, surgió de nuevo esta forma de rendirle tributo a sus muertos, conocida hoy día como honras. Aparentemente esperaban que el transcurso del tiempo borrara el recuerdo de este suceso, por una parte, para poder costear el ceremonial, que siempre ha sido costoso; y por otra, evitar la persecución de las autoridades y la sociedad colonial.
Quizás sea ésta la razón de porqué hoy día se hacen honras a los tres meses de haber muerto el iniciado. Durante estos tres meses, en la Santería, suponiendo que el muerto haya sido padrino de un grupo de personas o aunque haya iniciado a una sola persona, sus ahijados están en la obligación de guardarle luto durante este tiempo. Si el caso fuese a la inversa, que se haya muerto el ahijado, el padrino sólo está en obligación de guardarle nueve días de luto.
Las honras constituyen una forma de cumplimentar con el espíritu del difunto para que éste tenga tranquilidad eterna y no venga a molestar a sus sobrevivientes de la tierra, ya que es muy posible que éste se interponga en ceremoniales que lleven a cabo sus discípulos (ahijados), entorpeciendo la ceremonia. De este modo se logra que el espíritu del difunto sacerdote pueda cumplir con sus funciones benéficas, con sus ahijados, familiares y a llegados.
No todo difunto tiene derecho a honras. Para su celebración, hay que cumplir ciertos requisitos, pero se dan casos en los cuales hay que hacerlos por pedido directo del difunto, ya sea a través del oráculo de Ifá o el caracol. Para hacer honras es necesario que el difunto: Haya sido presentado al Tambor (ya que en todo el ceremonial de las honras en el que se utilice este instrumento, es menester que sea Tambor de Fundamento). Haya iniciado a otras personas a la religión.
Debió (pero no necesariamente) pasar de los diez años de haberse iniciado en la religión. Cuando se van a llevar a cabo estas ceremonias, si están todos los ahijados del difunto en conjunto, todo se hará a través del mayor. Dado el caso de ser un sólo ahijado el que esté costeando todo, será a éste al que se le presentarán las ofrendas, pero los demás hermanos de santo y sus ahijados están en la obligación de asistir. Cito este caso porque desafortunadamente
Se da, pero se supone que las honras se hagan entre todos los ahijados, aunque hayan tenido diferencias con el padrino cuando estaba en vida. Para este ceremonial también se invitará a aquellas personas que hayan tenido algún tipo de relación con el difunto, y por supuesto, sus familiares de sangre, aunque las honras se hacen a puertas abiertas y todo el que esté iniciado puede asistir sin tener que ser invitado especialmente. Esperamos que la información ofrecida aclare muchas dudas sobre este tema tan complicado y que sirva de provecho para todo aquél que lo lea con el interés de aprender y llevar hacia adelante nuestra religión, ya que dice el Odu Ogbedi lele que la sabiduría está dispersada en el mundo; y Obara Meji dice que el que sabe no muere como el que no sabe. Quisiéramos que esta serie de escritos sirvan para que nuestra religión pueda seguir creciendo, contando a la vez con personas interesadas e instruidas en ella